Una de las principales líneas de investigación que se está desarrollando en los últimos años trata sobre el posible e importante papel que podría jugar la microbiota intestinal en el comportamiento social, como se ha observado en varios trabajos recientes en animales de experimentación. (Desbonnet L et al., Mol Psychiatry. 2013).
Esto ha traído consigo muchas expectativas, tanto para los profesionales sanitarios como para los familiares de los pacientes con trastornos del espectro autista (TEA), ya que uno de los objetivos principales en estos niños y adolescentes es el de mejorar su calidad de vida.
Pero, al igual que ha ocurrido con otras terapias que se han empleado de una manera indiscriminada y con poco rigor científico en los pacientes con TEA, como ciertas dietas restrictivas y terapias alternativas, no debemos caer en el error de crear falsas esperanzas a pacientes y familiares.
Es muy frecuente que los pacientes con TEA sufran problemas gastrointestinales como diarrea, estreñimiento, meteorismo, distensión abdominal y diversas intolerancias alimentarias. Se ha documentado de forma amplia que en muchos de estos trastornos está implicada una alteración de la microbiota intestinal.
Por lo que, teóricamente, podrían beneficiarse con suplementos de probióticos en su dieta.
En un estudio reciente, publicado en abril de 2013 en el primer número de la revista Journal of Probiotics and Health (West R et al.), realizado en 33 niños y adolescentes con TEA que recibieron durante 6 meses una mezcla de 5 cepas de probióticos (Delpro®), se observó que, en la mayoría de los casos, además de aminorar su sintomatología digestiva, se apreciaba una mejora en los ítems de comportamiento de la escala ATEC de evaluación de severidad del autismo, donde se valoran parámetros como el lenguaje, la sociabilidad, el aprendizaje o la conducta.
El trabajo, como reconocen los mismos autores, debe ser interpretado con cautela.
No es un estudio doble ciego y controlado frente a placebo y, además, hay que tener en cuenta la subjetividad en la percepción de la mejora de los síntomas psicológicos por parte de los cuidadores. Sin embargo, abre una puerta a la esperanza al beneficio que puede aportar la modificación de la microbiota intestinal en estos pacientes. Los nuevos ensayos clínicos controlados que puedan realizarse en un futuro nos pueden sacar de dudas.
Este estudio se une a los, cada vez más numerosos, que intentan relacionar la disbiosis de la microbiota intestinal que ocurre en estos pacientes con las alteraciones en su comportamiento. Finalizo con las últimas referencias bibliográficas para los que quieran profundizar en el tema:
- Adams JB, Johansen LJ, Powell LD, Quig D, Rubin RA. Gastrointestinal flora and gastrointestinal status in children with autism – comparisons to typical children and correlation with autism severity. BMC Gastroenterol. 2011; 11: 22.
- Benach JL, Li E, McGovern MM. A microbial association with autism. MBio. 2012; 3(1).
- Critchfield JW, van Hemert S, Ash M, Mulder L, Ashwood P. The potential role of probiotics in the management of childhood autism spectrum disorders. Gastroenterol Res Pract. 2011: 161358.
- Gilger MA, Redel CA. Autism and the gut. Pediatrics 2009; 124: 796-8.
- Harris C, Card B. A pilot study to evaluate nutritional influences on gastrointestinal symptoms and behavior patterns in children with Autism Spectrum Disorder. Complement Ther Med. 2012; 20: 437-40.